miércoles, 3 de febrero de 2010

TRES DE FEBRERO: SAN BLAS, LA DIOSA JUNO Y LAS CIGÜEÑAS


Por San Blas la cigüeña verás dice el refrán castellano.
Hoy es San Blas, el patrón de mi barrio con sede al otro lado de mi calle, y el patrón de las cigüeñas (¿¿o las cigüeñas son patronas suyas???), así que vamos a comentar algunas cosas relacionadas con este ave de porte majestuso, que, la que escribe, que procede del norte, echa de menos por estas tierras alicantinas.

Se trata de un ave migratoria, esbelta y de tamaño grande, aproximadamente de 1 m de altura, caracterizada por su cuello largo, sus patas zancudas, sus grandes alas (que llegan a medir 180 cm.) y su pico largo y delgado.
Su plumaje es muy variable entre las distintas subespecies, siendo las más conocidas la cigüeña blanca, cuyo nombre científico latino es ciconia ciconia, que es la que se puede observar normalmente en el continente europeo; y la cigüeña negra (ciconia nigra), menos habitual que la blanca y observable en España en puntos del norte de Extremadura, en Salamanca y en Zamora.
El hábitat de la cigüeña se asocia con las regiones cálidas, por lo que, refranes como el que hemos citado, asocian la aparición de las cigüeñas en regiones del Europa con el final del invierno y la inminente llegada de la primavera.
Tiene sus crías en enormes nidos construidos en árboles de gran tamaño, como los chopos, olmos y, más habitualmente, en los campanarios de las iglesias de lugares habitados cercanos a ríos, pantanos y otros humedales. Su estancia se prolonga hasta finales de julio o principios de agosto, cuando emprenden su vuelta migratoria a los países africanos (aunque, en realidad, desde hace varios años las cigüeñas españolas suelen descender hasta Andalucía sin atreverse a cruzar ya el estrecho de Gibraltar).
Su dieta variada consiste básicamente en ranas, peces y pequeñas aves o mamíferos (ranas, pájaros, lagartos, roedores), aunque en la actualidad se han convertido en asiduas visitantes de vertederos de residuos urbanos y se comen todo lo que pillen.
 
El refrán castellano Por San Blas la cigüeña verás y si no la vieres mal año tuvieres, o en la variante y si no la vieres, año de nieves, presagia el fin de la época de nieve y la promesa del buen tiempo y de la primavera (simbolizada por el arreglo del nido), que traerán consigo la siembra y nacimiento de los frutos y el alumbramiento de corderos, yeguas y terneros. Su presencia en el refranero precisamente en el mes de febrero está relacionada con las múltiples fiestas cíclicas asociadas a la fertilidad en este mes del año, como Santa Brígida, las Águedas, la Candelaria, el Carnaval, o, en el mundo romano, las Matronalia (fiestas en honor a Juno Lucina, diosa que protegía los partos).

Y es que ya desde la Antigüedad se le atribuyó un papel simbólico-religioso, siendo calificada por San Isidoro como “heraldo de la primavera”, además de ser considerada por este mismo autor y por otros, como Plinio o Estrabón, un símbolo de piedad filial, demostrado en el celo que ponen en la incubación de su prole, en los cuidados propiciados a los polluelos desde recién nacidos hasta bastante tiempo después de abandonar el nido y en el correspondiente cuidado que los cigueñinos de la última nidada de la pareja fértil, ya adultos, dispensan a sus padres ancianos, llegando a alimentarlos en la boca cuando ya les es imposible volar en busca de alimento y permaneciendo a su lado hasta el fallecimiento de los progenitores. 
En el mundo romano la cigüeña estaba consagrada a Juno, la diosa del matrimonio y de las mujeres casadas. El amor familiar, maternal y filial de estas aves impresionaba a los romanos, que las consideraban pájaros sagrados, poniendo bajo su cuidado la protección de la mujer, el matrimonio, el alumbramiento y los recién nacidos. La tradición europea, debido en parte a ello, hizo a las cigüeñas símbolos natalicos asociados a las ideas de protección y mensajería de buenas nuevas. Cuando oímos su nombre se nos viene a la cabeza la imagen de esta zancuda volando a gran altura y portando en su pico un fardo en el que asoma la cabeza de un recién nacido.
 

El Tesoro de la Lengua Castellana o Española  de Sebastián de Covarrubias (1611), verdadero diccionario enciclopédico del Siglo de Oro, hace una amplia descripción de las características, creencias racionadas con las cigüeñas, recopilando informaciones de los autores de la latinidad. 

Bajo el lema CIGÜEÑA, recopila algunas referencias de autores latinos a este ave majestuosa, exponiendo que es un Ave conocida; lat. ciconia, de cuya etimología San Isidoro, lib. 12, dice así: «Ciconiae vocatae a sono, quo crepitant, quasi cicaniae, quem sonum oris potius esse constat, quam vocis, quia eum quatiente rostro faciunt», etc. De las cigüeñas escribe Plinio, lib. 10, cap. 23, ser unas aves entre las demás peregrinas, que ni sabemos de qué parte vengan ni a dónde vayan. Ello es cierto, que han invernado en otras tierras muy remotas, y vuelven a tener acá el verano; al revés de las grullas, cuando se han de partir se juntan en un lugar cierto, sin quedar ninguna. Nadie las ha visto partir, aunque las vean estar juntas, porque parten de noche; ni cuando vuelven no nos damos cato a su venida, hasta que tienen tomada posesión de sus estancias; (…) En Tesalia tenía pena de muerte el que mataba una cigüeña, porque ellas limpian los campos de todas las malas sabandijas; y en cuanto con ellas crían sus pollos, pueden ser símbolo de los padres que dan mal ejemplo a sus hijos, a lo que alude Juvenal, Satyra 14, reprehendiendo a los romanos de su tiempo:
Serpente ciconia pullo
Nutrit, et inventa per devia rura lacerta.
(…)Por otra parte vemos ser la cigüeña símbolo de la piedad, por cuanto en la vejez de sus padres se conduele dellos, y los trae de comer al nido, y los saca a volar sobre sus alas (…) A este propósito hace Alciato un emblema, con el título «Gratiam referendam», que viene a este propósito.
(…)Y esto ha estado tan recebido que esta piedad que el hijo usa con su padre viejo, llamaron antipelargia, ντιπελαργεν, proverbialis figura, promerentibus gratiam in tempore referre, vicem rependere, a ciconiae natura sumptum, quae pelargus graece dicitur, quaeque eumdem nidum repetit, et genitricis senectam educat. Haec Lex. grae. Entre las demás leyes de Solón había una que declaraba por infame al hijo que no alimentaba a su padre necesitado, con estas palabras: «Si quis parentes non nutrierit, infamis esto». Y todas las leyes tocantes a esta materia, las llamaron por la mesma razón pelárgicas. La cigüeña no tiene lengua, y así le falta la voz y el canto; pero poniendo el pico sobre la espalda hace un cierto ruido o murmullo, semejante a voz, de donde tomaron ocasión los poetas para fingir que Antígone, hija de Laomedón, rey de Troya, presumiendo mucho de su hermosura, quiso competir con la diosa Juno, la cual airada deste atrevimiento, la convirtió en cigüeña, habiéndole primero sacado la lengua, como lo cuenta Ovidio, lib. 6 Metam.:
Pinxit et Antigonen ausam contendere quondam
Cum magni consorte Iovis, quam regia Iuno
In volucrem vertit; nec profuit Ilion illi,
Laomedonve pater, sumptis quin candida pennis,
Ipsa sibi plaudat crepitante ciconia rostro.
"

Cf. Sebastián de Covarrubias Orozco, Tesoro de la Lengua Castellana o Española, Madrid, Castalia, 1995, pp. 311-312. 
Asimismo, un capítulo sobre el simbolismo cigüeñil lo encontramos en Mª Àngels Roque Alonso, “Cigüeña y lechuza: símbolos de vida y muerte”, en L. Díaz (coord..) Aproximación antropológica a Castilla y León, Barcelona, Antrophos, 1988, pp. 150 y ss.

 Yo tuve la suerte de ver la cigüeña por Navidad, supongo que eso también cuenta para que éste sea un “año de bienes”.
 

Dedicado a las cigüeñas de Molinaferrera (León), últimas pobladoras “censadas” en el campanario de una localidad que se está quedando sin gente, a las cigüeñas del Cuartel de Santocildes de Astorga (León) y a las cigüeñas y descendientes de éstas que anidaron durante muchos años en el Palacio de Gaudí de Astorga y que fueron despojadas de tan ilustre y monumental vivienda por los “inhumanos” humanos no hace mucho tiempo.

 MALA SCRIPSIT

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